Un exceso de ocupaciones puede conducir a aplazar
las cosas que dan sentido a la vida. Por eso cada persona debería saber
priorizar las que resultan esenciales para ella y llevarlas a cabo.
Algo tan común, humano y trivial en apariencia como aplazar las cosas
puede ser más importante de lo que imaginamos. Tanto, que los psicólogos ya han
bautizado este modo de funcionar en su forma más extremada con la palabra
procrastinación, una actitud que puede conducir al círculo vicioso del
inmovilismo y el miedo a decidir y tomar las riendas de la propia vida,
llevando a pensar que el mundo es demasiado duro para nosotros.
Por esto la página http://www.liderazgoymercadeo.com/ nos indica las
reglas para aprender a priorizar:
Es muy fácil que lo urgente desdibuje lo que es más importante en
nuestra vida. Pero se puede evitar.
Nuestras diversas tareas pendientes pueden agruparse en 4 cuadrantes:
1.Lo
urgente e importante (urgencia médica, trabajo con fecha de entrega...)
2.Lo no
urgente e importante (planificar, cuidar las relaciones, cuidarse...).
3.Lo
urgente no importante (interrupciones...).
4.Lo
que no es urgente ni importante.
El cuadrante 2 es el que da calidad a la vida y donde se planifica a
largo plazo. Olvidarlo conlleva estrés y crisis. Para priorizarlo analiza en
qué ocupaciones repartes tu tiempo. ¿Te parece correcta la distribución?
Distingue entre lo urgente y lo importante preguntando: ¿si hago esto qué
consigo?
Haz una lista con tres cosas que dan sentido a tu vida. Programa una
semana con metas del cuadrante 2 como citas ineludibles. Saca tiempo de los
cuadrantes 3 y 4.
¿Cómo afrontar lo pendiente?
Haz una lista con las cosas que deberías hacer y que nunca realizas:
poner orden en casa, arreglar algo que se estropeó hace tiempo, apuntarte a
inglés, ir al gimnasio.
Establece un compromiso personal para cumplir, al menos un día a la
semana, con una de esas cuestiones. Ponte metas realistas.
Anota la fecha exacta en que vas a realizar esas tareas y no te
traiciones.
No esperes a estar inspirado para pasar a la acción. La inspiración
normalmente es el resultado del esfuerzo y el trabajo.
Primero lo esencial. Haz las cosas según el orden de importancia que
tengan para ti y resuélvelas de la forma más inmediata posible.
Hechos, no palabras. Deja de pensar "he de llamar a tal o cual
amigo" y llámale. Lo mejor es que te organices de manera que, cada día o
cada dos, hagas esas llamadas que se quedan en un mero pensamiento.
Ten un detalle con la persona que tanto te ayudó. Puedes hacerle
llegar un e-mail comentándole lo agradecido que estás o enviarle algo que
valore especialmente.
Cuídate. Dedícate a ello al menos un día a la semana. Para rendir en
el trabajo y tener unas relaciones afectivas saludables es esencial prestarse
atención a uno mismo. Recibir un masaje o practicar algún ejercicio suave como
yoga o tai-chi sería lo ideal porque otorgan confianza a la hora de realizar
los objetivos.
Perdona y olvida agravios pasados. El resentimiento causa amargura y
nos convierte en sus prisioneros.
Habla con tu pareja inmediatamente si tienes quejas o cosas que
exponerle que no te gustan o con las que no estás de acuerdo. Correr un tupido
velo y aplazar el afrontar el problema sólo lo hace más grande. Pero no
critiques sus actos: empieza explicando cómo te sientes.
Ser valiente.
Es difícil, pero cada persona tiene que establecer un equilibrio entre
lo urgente y lo que finalmente es prioritario para ella. Se trata de aprender a
no aplazar lo esencial, venciendo la pereza y afrontando de cara y con valentía
las cuestiones pendientes. El esfuerzo vale la pena por la satisfacción y la
paz que sentimos tras realizarlo.